...Las Rosas No Son Azules...


LAS ROSAS NO SON AZULES
Mil caminos que se estrechan
ante la mirada
atónita de un niño que no intuye
el ensordecedor futuro que le sobreviene
y se admira de las maravillas de la vida
y de los ríos que avanzan torpes, y de los almendros
que juegan a componer fragantes y dulces sabores
a mieles aéreas
que amenazan las pituitarias más sensibles.
Saborea y palpa con sus manos
el aire sutil
de los campos más traviesos
y juega con las piedras indolentes
casi agradecidas
al contacto con sus manos.
Solo,
ante su inexorable porvenir
se entretiene con las ramas secas
de una vieja y solidaria encina...y se comprenden,
son almas gemelas de soledades benditas
como el cáliz
de los templos de Dios
una encina retorcida de tiempo y un niño al que le sobra.
Las amapolas son corazones a la espera
de amantes alados
que les cubra de lujuria
alguna mañana libidinosa
de abril
¿soy sincero con mi canis-lupus?
o lo amarro a mis secretos?
Las nubes perturban el azul marino
del techo del mundo
agujereando el lado oculto de esta vida
y los árboles más cautos trasladan su sonrisa
hacia los recodos más brillantes.
Yo, como el sol,
viajo cuando la luna
estremece el ritmo interno de los grillos
y me desplazo como una volátil pavesa
cabalgando al viento de los montes.
Hoy un niño
se columpia en la sombra
de un ciprés
rojo de atardecer
que reza plegarias
que ni los dioses comprenden.
Y avanzan las pisadas cerro arriba
entre las aulagas y los romeros
de violáceas  miradas
y no encontré nada al final de ese largo sendero
y divagué con mis sentidos
de precaria y dudosa soltura
embriagados por la belleza del silencio.
Un niño
que canta
para que nadie lo escuche.
Un niño más veloz que el viento
que le empuja cuesta bajo.
Un cernícalo rasga el cielo abriendo brechas
para las almas perdidas
y un furtivo se apiada de su tedioso trabajo
brindándole el descanso
y la vida eterna.
Viví en una paz
obsoleta a mi conciencia
más cercana
a las cumbres belicosas
de días que vinieron
y he encontrado
el rumor de cascabeles
y canciones de arcángeles
que apagan mi sentido de la orientación.
Un niño que miraba
a lo lejos
más lejos
de la última encina que se aferra al globo
un niño que no sentía los cañones del futuro.
Un niño que olía
claveles silvestres sin olor.
Un niño que sentía
el asombro de un jilguero solitario
al paso de un gato viejo.
Un niño que regaba rosales

y esperaba que sus rosas...... fueran azules.








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